
Quitarse la ropa, quedar desnudo ante desconocidos y no mover ni un dedo, mientras otros ojos recorren la silueta del cuerpo expuesto. Las miradas se acercan para analizar cada contorno y se pasean por el rostro, los hombros, el torso y los muslos del ser inmóvil, antes de capturar su imagen.
Solo imaginarse la escena abrumaría de vergüenza a más de uno. Pero ellos y ellas no tienen tantas inhibiciones, entregan su anatomía al arte y exponen cada una de sus formas a la mirada escudriñadora de los jóvenes estudiantes, para quedar grabados sobre el lienzo o el papel. El aspecto más problemático de este puesto de trabajo es la necesidad de mantener posturas estáticas durante largos periodos de tiempo. El problema se agrava si las posturas son forzadas. A veces los modelos tienen que colocarse, para realizar la pose requerida, sobre sillas, caballetes, banquetas y objetos similares. El mantenimiento de la misma postura sobre ellos durante largo tiempo a veces se hace doloroso.
A lo largo de la historia, el cuerpo humano ha representado para los artistas una fase trascendental dentro de su proceso de aprendizaje. Para dar vida a obras memorables, pintores y escultores famosos requirieron de la ayuda de modelos que, en favor del arte universal, se olvidaran de los tabúes creados sobre la desnudez.